Aquí el tiempo es frío, lo ideal es llevar un buen abrigo e ir equipados con gorro y guantes.
El paisaje es fantástico, el pueblo queda bajo la cordillera de los Andes, que está toda nevada, delante el mar y el puerto con algunos barcos de carga y de la prefectura naval.
Como siempre el día se inicia bien temprano, a las siete ya estamos desayunando para poder llegar al Parque nacional de tierra de fuego a primera hora y coger el primer tren del “fin del mundo”.
Nos viene a recoger nuestro guía Valentín Miri con otra pareja mas con la que vamos a estar durante todo el trayecto.
Estamos de suerte, sólo seremos nosotros cuatro. La pareja es de Santander, Isabel y Manolo, son muy amables, y vamos charlando durante todo el trayecto.
Valentín nos va explicando durante el camino un poco la historia del pueblo y la función de la prisión de Ushuaia. Nos explica que los presos viajaban en este tren con el fin de conseguir leña para calentar la prisión y abastecer también al pueblo.
Llegamos a la estación del tren “del fin del mundo”, me encanta, parece como una estación de un parque de atracciones. Hace mucho frío. Al principio no hay nadie, poco a poco van llegando coches y algunos autocares.
El trayecto es corto. Obviamente el tren en el que vamos está totalmente acomodado y la locomotora es similar a la que antiguamente funcionaba.
Vamos viendo el bosque, por donde corren algunos caballos y cauquenes. A la mitad del trayecto se observa lo que llaman el cementerio de los árboles, esta zona es desoladora, muestra el lugar donde los prisioneros cortaban los árboles.
Durante el trayecto se hace una parada en la cascada la Macarena donde se observa una pequeña catarata y un río.
Al finalizar nos espera nuestro guía quien nos conduce a ver la Laguna negra, un lago muy grande con un gran turbal. Hasta llegar a ella vamos viendo la vegetación de la zona y Valentín nos va explicando las curiosidades de los hongos que se adhieren a los árboles, como los líquenes llamados barba de viejo que parecían un abriguito de los troncos y el pan de indio que provoca una reacción al árbol que lo cubre con un exceso de madera, lo que provoca los famosos nudos en las ramas con el que se hacen muchas figuras por aquí.
Nos dirigimos a la Bahía Lapataia , justo donde acaba la ruta nacional 3, otro gran lago rodeado de altas montañas llenas de nieve. Allí vemos cauquenes, unos animales similares a los gansos. También se observan restos de conchas de los antiguos pobladores Yamanes. Cuando las consumían las tiraban alrededor de sus cabañas.
También fuimos a ver el lago Acigami y después el centro de visitantes donde se pueden ver algunas maquetas sobre la vida de los Yamanas, Tehuelches y Selknam.
Mas tarde, nos vamos acercando a Ushuaia a comer para luego alrededor de las 16 horas ir a navegar por el canal de Beagle.
Hace frío pero la tarde se presenta despejada, parece ser que podremos ver bien a los pingüinos. La suerte nos llama y uno de los tripulantes de la anterior embarcación busca a 10 personas que quieran hacer la excursión larga en la zona vip, y ver los pingüinos en la isla Martillo (además de los leones en la isla de los Lobos y el faro de Les Éclaireurs). Mejor imposible, allí que nos vamos los cuatro a la zona vip, calentitos y charlando durante la navegación.
Lo primero que vemos son los leones marinos de un solo pelo
y luego el tan esperado faro; me encantan los faros! Somos conscientes que este faro no es en el que se inspiró Julio Verne en su novela El faro del fin del mundo, pero igualmente nos encanta. Está situado en un pequeño islote entre Chile y Argentina. Es de color blanco y rojo. Las vistas desde la embarcación son estupendas. Estoy contenta pienso que he obtenido unas muy buenas fotos.
Después de un largo rato de navegación vemos Puerto Williams (enclave militar chilena) y llegamos a la famosa pingüinera de isla Martillo. En la cubierta hace frío pero eso no nos impide estar un largo rato observando a los pingüinos. Aquí se pueden divisar dos especies diferentes; el pingüino Papua y Magallanes (este último es el mismo que vimos en Punta Tombo). Es muy curioso ver como se desplazan.
La navegación duró en su totalidad unas cinco horas, pero no se hizo nada pesado, supongo también porque fuimos hablando con la pareja de Santander durante el trayecto.
Después de navegar nos hicimos el premio de los buenos navegantes, una cervecita Barba Roja en uno de los Pubs de Ushuaia.
Recomendaciones: No olvidarse el gorro ni los guantes (ni obviamente el abrigo) en la navegación, hace mucho frío).
Si lleváis el pasaporte al final de la navegación si queréis os lo sellan con un sello que indica canal de Beagle (no deja de ser curioso para quien les guste esto de tener todos los sellos en el pasaporte).
Si queréis comprar recuerdos aquí y en Puerto Madryn es un buen sitio, en Calafate es mucho más caro.
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