Hola chicos, sigue el relato de nuestro viaje.
A las 4:40 de la mañana suena el fatídico teléfono del hotel para despertarnos ya que el chek out lo tenemos que hacer a las 5 am.
Llegamos al aeropuerto de Buenos Aires dirección Iguazú, muy despiertos para la hora que era.
Después de una hora y media de vuelo llegamos a Iguazú, súper ilusionados por lo que nos esperaba allí, aunque cuando salimos del avión nos recibió una intensa lluvia que no amainó hasta el día siguiente.
En breve llegamos al hotel La Cantera , situado en plena selva, a diez minutos de Puerto Iguazú. El hotel era lindísimo, muy lejos de algunos de los hoteles de lujo y horrendos que vimos en Puerto Iguazú.
Constaba de cuatro cabañas de madera con cuatro habitaciones por cabaña, con todas las necesidades que puede tener un cosmopolita (y mas), una cama de mas de dos metros, (como decía Jordi me he acostado y no te he encontrado hasta la mañana jajjaj), hidromasaje, plasma, wifi, y como no, algunos insectos mas grandes que medio dedo!! (eso de estar en plena selva tiene sus cosas no?).
Bueno a lo interesante… por la tarde fuimos a visitar el lado Brasileño de las Cataratas de Iguazú (Iguazú en Guaraní quiere decir Aguas grandes). Antes de llegar al parque has de pasar la frontera entre Argentina y Brasil. Estos trámites se demoraron una media hora ( y eso que no había mucho tránsito).
La salida la hicimos con una intensa lluvia, pero con esto y todo, fue impresionante. La excursión se hizo un poco corta, a comparación con la del lado Argentino (que luego explicaré). Concretamente dura unas dos horas desde que inicias en el parque..
Nada mas llegar comienzas a ver los grandes saltos de cataratas y la emoción te embarga, el dedo “de hacer fotos” se vuelve loco y es un no parar (voy pensando en que Jesús y Fernando se volverían locos con sus cámaras).
El trayecto se sucede por un camino de piedra, bien marcado (muy de parque, vamos que no os imaginéis que eso era la selva a lo bruto). Durante el camino nos vino a visitar un animal típico del parque bastante descarado que se llama Coatí (por pura coincidencia como nuestra cabaña en el hotel). Es un animal muy parecido a un mapache, con un hocico alargado similar al del oso hormiguero pero en reducido claro, que va introduciendo constantemente en la tierra a ver si encuentra frutos.
En el trayecto conocimos a una madrileña-canaria, Virginia, que apodamos la reportera mas dicharachera, porque constantemente nos hacía fotos, y le hacíamos, era encantadora.
Poco a poco, se va acortando la distancia para llegar al momento esperado, en un quilómetro más o menos llegamos a la gran cascada LA GARGANTA DEL DIABLO. Es entonces, en este momento, cuando vas oyendo el típico oooohhh, si si, ese que hacemos todos cuando no podemos expresar la maravilla que tenemos ante los ojos!
Después del gran ohhh te acercas a las pasarelas que te permiten acercarte lo máximo posible en el lado brasileiro a la cascada y hacer la gran foto esperada (y un publi reportaje que nos hizo Virginia).
En el transcurso de la pasarela el viento era fuertísimo, yo iba protegiendo la cámara de fotos ( aún mas porque entre lluvia y cascada…) y finalmente llegamos al “balcón” de la pasarela. Te enfrentas a esa imponente cascada, que por un momento parece que no te quepa en los ojos, vamos que las neuronas no dan crédito a tantos impulsos y se desorientan.
Finalmente justo antes de la salida se sube a otro mirador donde se ve la parte más superior, pero lo mejor queda para mañana, el lado Argentino.
De regreso pedimos que nos dejasen en el centro de Puerto Iguazú, donde nos recomendaron un restaurante llamado La Rueda. Está a unas dos cuadras del centro.
Es un restaurante que recomiendo al que se acerque por allí, la pasta es fresca y buenísima y según me comenta Jordi la carne era excelente, con sabor diferente a la aguada de aquí.
Después de una buena cena, como no, acompañada de un buen vino (latitud 33º) para acabar de rematar la velada. Luego cogimos un taxi para que nos llevase al hotel a descansar que ya tocaba. El taxi cuesta unos 30 pesos aunque recién nos montamos costaba 40.
No quiero dejar de destacar los agradecimientos a :
Lydia Mompel por: chubasquero ponchomolpel, de camuflaje que me está yendo genial.
Jesús Martín por su funda para la cámara réflex, sin la cual no podría haber hecho las fotos del lado Brasileño.