Este fue un gran día.
Empezó como todas las excursiones; temprano. A las 7 am. nos embarcamos en un pequeño bus de unas 20 plazas hacía Península Valdés. Durante el viaje, nos comentaron que ese día el tiempo no acompañaba, era muy ventoso y en este clima no dejaban salir las embarcaciones. La salida a ver las ballenas comenzaba a peligrar. Nadie dijo nada, pero los ánimos se notaban, todos estábamos inquietos ya que era la atracción principal y era lo que todos esperábamos. Finalmente la embarcación pudo salir por la mañana y cambiamos de rumbo hacia Puerto Pirámide.
El camino hasta Puerto Pirámide es largo, desde puerto Madryn hay unos 120 kilómetros.
Ya en el puerto y acompañados de un fuerte y frío viento nos condujeron a la embarcación, como no, con los respectivos salvavidas a cuestas (entre cámaras, chaquetones y salvavidas casi no había manera de moverse).
Jordi se fue adelantando, avispado como es él, ya estaba pensando en coger uno de los sitios laterales para poder ver bien a los cetáceos, la verdad es que fue genial.
Una vez en la embarcación la emoción iba en aumento, mirábamos al mar con la esperanza de avistar un resoplido de ballena que fotografiar.
Durante el trayecto el guía Stephen (quilimbai.com) nos va informando sobre estos maravillosos cetáceos; la ballena franca austral, sus costumbres y el porqué de la facilidad de la caza de estos animales.
Nos explica que en la zona están aproximadamente unos seis meses. Durante este periodo se dedican exclusivamente al apareamiento. En estos meses no comen nada. Su embarazo dura unos 18 meses, vuelven a tener sus crías a esta zona en la que les dan de mamar durante unos seis meses.
La caza de la ballenas ( por suerte actualmente prohibido en esta aguas) fue muy fácil porque son unos animales muy curiosos, que se acercan a las embarcaciones, cuando mueren no se sumergen como el resto si no que flotan, lo que hace muy fácil la recogida de los cuerpos. Además, estos animales necesitan salir a la superficie para respirar.
Su respiración no es inconsciente, si no consciente, lo que requiere que el animal no pueda dormir plenamente, manteniendo despierto uno de sus hemisferios durante el descanso para regular y poder dar respuesta a la necesidad de respirar.
A los cinco minutos de navegación el guía nos informa que ve agitación y que posiblemente se hallen un par de ballenas, como es un experto ya detecta que seguramente será una hembra que está siendo cortejada por mas de un macho. No se equivocó.
Pasado un breve tiempo, pudimos ver a las ballenas!!! Nuevamente la emoción que sentimos es indescriptible. Comienzas a ver como surge del mar unos animales enormes, con las callosidades de color blanco que las caracteriza. Los “clics” de las cámaras no cesan, es casi imposible tomar fotografías, la barca no deja de hacer un vaivén desenfrenado y muchos comienzan a marearse.
Nuestra experiencia con las barcas, buceo y neopreno nos permite disfrutar sin apenas experimentar ni un ligero mareo, todo está saliendo redondo.
Las ballenas tenían ganas de mostrarse, y llegamos a ver la esperada cola ( y a fotografiarla!!! Salían por un lado, por el otro, las tuvimos a unos dos metros de la embarcación y de nuestro lado!
El plato fuerte del avistaje se dio cuando vimos en primer plano el “coito” de las ballenas. Si, si se vio perfectamente como salía el “pene” de mas de dos metros y de un color rosado que pueden mover con la misma autonomía que nosotros un brazo y lo introduce en la ballena, fue fantástico, el guía nos dijo que era rarísimo poder ver esta escena, realmente la suerte nos acompañó durante todo el avistaje.
Después de una hora en la embarcación y con mucha pena por tener que irnos, nos dirigimos a ver los elefantes marinos en Punta Delgada, el trayecto es largo y pedregoso. Llegamos al único restaurante de la reserva, en el que pudimos comer unas muy buenas empanadas de queso y algo de verduras (aunque había carnes y pescados). El restaurante era un poco caro pero ya se sabe, no hay competencia alguna, o comes aquí o nada de nada.
Después de comer, tomas un camino justo al lado del restaurante que te lleva la playa donde están los elefantes marinos. Nada mas llegar ya se pueden oír los bramidos de estos animales ( el sonido es como de un eructo muy ruidoso y continuo).
Las vistas eran preciosas. Una gran extensión de playa con cientos de elefantes por toda ella, tumbados, bastante quietos ( en un principio parece que estén todos muertos y es por la quietud que tienen).
En seguida bajamos a la playa y nos sentamos a observar estos fantásticos animales, no había prácticamente gente así que estuvimos muy tranquilos.
El macho se distingue del resto por su magnitud, es realmente enorme. Se desplazan reptando por el suelo, como un gusano. Ver a esa mole desplazándose por la manada era realmente extraño a la par que excitante.
Después de hacer muchas fotos y de observarlos con tranquilidad tomamos la carretera hasta Caleta Valdés. Aquí hay un mirador desde donde se ve la caleta y algunos lobos marinos a lo lejos, pero nada más. Te dejan estar allí cinco minutos en el mirador para observar pero la verdad, hubiésemos preferido tenerlos en la playa con los elefantes, pero bueno, ese es el recorrido y lo cumplen si o si.
Hay que destacar que durante todo este recorrido se pueden observar muchas ovejas merino patagónicas, que tienen un largo pelaje, con el que comercian para la elaboración de la lana, maras (son unos animales parecidos a los conejos que se desplazan como los canguros), guanacos (similares a las llamas), unos similares a los avestruces y algunos mas.
Mara |
El paisaje es totalmente de estepa patagónica. Matojos y arbustos de pequeño tamaño, en un clima seco y ventoso. Si se observan árboles son los cercanos a algunas estancias, que han llegado a desarrollarse porque los dueños les han dado un cuidado especial durante su crecimiento ya que el duro clima de allí no les permite desarrollarse.
El agua que utilizan estas estancias es para los animales y demás tareas ya que es salobre, para el consumo humano es necesario comprarla. Se la dispensan con cisternas. La vida es muy dura allí, realmente es como un desierto pero sin duna, solo matojos y mas matojos.
Entrada la tarde (las 18 horas aproximadamente) llegamos al hotel, agotados pero al mismo tiempo entusiasmados con todo lo que habíamos visto y experimentado ese día.
Descubrimos un pequeño restaurante cervecería en la calle 9 de Julio que se llama Mr. Jones, recomendado al cien por cien. Nos atendieron estupendamente y pudimos degustar algunas cervezas de la zona y la pasta casera.
Recomendaciones
Si no habéis contratado nada lo mejor es alquilar un coche y recorrer la Península a tu aire, aunque así puede que te pierdas algunas explicaciones interesantes de los guías. Nosotros tuvimos mucha suerte porque era un grupo muy reducido y también vas compartiendo las experiencias de viaje que han ido teniendo el resto en otros puntos del país.
Pasear hasta el muelle del puerto ya que se divisan directamente las ballenas si hay suerte.
No contratar ninguna excursión para ver la leonera de Punta Loma, mejor coger un taxi y que os espere allí, es muy pequeño, con una hora hay tiempo de sobra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario